“La vida es una ola”. Albert Einstein. Físico
“Surf” es un término que procede del inglés y que define la acción de deslizarse sobre una ola simplemente con el propio cuerpo o con la ayuda de una tabla, u otro artefacto, ya sea tumbado, sentado, de rodillas, o erguido. Muchos lo han descrito también como un “estilo de vida”, una actividad que se cree comenzó su trayectoria hace 3.000 años, y que, en la década de los 60 del siglo XX, se convirtió en una compleja subcultura caracterizada por la pasión de sus practicantes por el océano y la playa.
Pero el surf es mucho más. Desde el punto de vista de la física, es el resultado de una increíble conjunción de fuerzas cuya base matemática es profundamente compleja. Sin embargo, y como expresión de la relación entre el hombre y la naturaleza, no existe una actividad más sencilla. Cuando te deslizas sobre la pared de una ola, conectas con un campo de energía que ha sido creado por el viento a miles de millas de donde tú estás. En los días realmente buenos, puedes llegar a sentir que estás en armonía con el océano, en un estado que te permite olvidar tus miedos y preocupaciones, y distanciarte por un instante de tu vida y asuntos diarios. El tiempo se vuelve relativo. Tu capacidad de concentración parece infinita. Sobre una ola planeas. Giras en el interior de paredes tridimensionales. Te tumbas hasta tocar la base de la ola. Trepas sobre espumas que acaban de romper. Te lo pasas en grande.
Los historiados, de modo mayoritario, han establecido que el surf nació en las islas del Pacífico Sur, en la Micronesia. Existen sin embargo teorías alternativas que sitúan su origen en el norte de Perú, entorno al año 1000 a.C.. Se han encontrado también referencias arcaicas a la acción de deslizarse impulsados por una ola en China (siglo XIII) y Africa Occidental (siglo XVII), aunque dichas prácticas, al igual que en el caso peruano, no tuvieron el alcance social y cultural del “surf” surgido en la Polinesia.