Aunque el surf siempre se ha considerado un deporte individual, la realidad es que tiene bastante de social y comunitario. A la playa no vamos solo a coger olas, sino también a ver a los amigos, a charlar, y a compartir nuestros problemas y alegrías. Muchas de esas charlas tienen lugar en el agua, por así decirlo nuestro medio habitual, pero fuera de ella se desarrolla también mucha de esa actividad social. Ello ha llevado a que la historia del surf está llena de lugares icónicos, en tierra firme, alguno de los cuales ha alcanzado casi el mismo nivel de protagonismo que algunas de las olas más conocidas. Estos lugares han sido fundamentales para crear el sentimiento de comunidad entre los surfistas de una misma playa o de una ciudad, y resultan vitales para entender y conocer la historia de ese lugar. En los orígenes del surf en Galicia, algunos de esos lugares especiales fueron las escaleras de la playa del Orzán o el «chabolo» de Rufino en Mar Dafora. Ambos perdieron algo de protagonismo en el momento en que se abrió el bar O’Patacón. Y digo bar porque a Vari Caramés, uno de sus socios, nunca le gustó llamarle pub a lo que había nacido como una aventura emprendida por tres amigos: Luis Bericua, Jose «Queimarán» y Vari Caramés.
La apertura de O´Patacón, constituyó un hito fundamental en el desarrollo del surf en A Coruña. Pronto se convirtió en el lugar de referencia y punto de encuentro de toda la gente que se movía entorno al surf en Coruña. «Antes de O’Patacón, -recuerda Jose –como casi nadie tenía coche, nuestro lugar de encuentro eran siempre las escaleras del Orzán o el chabolo de Rufo, en donde quedábamos para desde allí desplazarnos a donde hubiese olas. Pero con la apertura de O’Patacón esta dinámica cambió, y el local pasó a ser nuestro lugar de encuentro. Fue prácticamente la cuna del surf en La Coruña, debido a que era el punto de referencia y de localización del mundo surfero en la ciudad. Toda la gente que venía a La Coruña y quería contactar con la gente del surf tenía que ir a O’Patacón». Pero también todos los tenían alguna inquietud artística o intelectual pasaban por O Patacón, que se mantuvo en pie hasta 1994. Fueron quince años de aventura, de intercambio y de relación con la gente que se terminaron porque el inmueble fue declarado en estado ruinoso.