El surf estaba de moda, y la moda significó para muchos surfistas la perdida de la exclusividad de las olas. En California el surf comenzó a crecer de modo desaforado, hasta tal punto que la costa fue invadida por turistas ávidos de surf. Pronto resultó imposible coger olas tal y como se venía haciendo. Los tiempos de una costa californiana reservada para los creadores del hot dogging habían llegado a su fin. Surfear en solitario en Malibú era imposible en 1961, con más de 150 surfistas en el pico.
Lance Carson, Mike Doyle, Mickey Muñoz, Johnny Fain, Dewey Weber y Terry «Tubesteak» Tracy fueron algunos de los surfistas mas destacados de la época. Pero fue Mickey Dora, el divertido y cínico «Caballero Negro de Malibu», quien mejor representa a esta época. Dora se enfrentaba a las olas de un modo creativo, casi artístico. Sus giros y recortes podían ser similares a los de los mejores surfistas de la época, pero Dora destacó por los constantes ajustes que hacía entre movimientos: manos, cabezas, hombros y pies se movían a un ritmo que ningún otro surfista era capaz de reproducir, mientras trazada una elegante línea por la pared de la ola. A pesar de su compostura fuerte y hombros anchos, era muy rápido y ágil con sus pies, lo que le valió el apodo de «Da Cat”.
Pero Dora fue también el surfista que se rebeló contra la invasión de Malibú, convirtiéndose en el símbolo de una resistencia que estratificó socialmente las olas: la “élite del surf”, con Dora a la cabeza, convirtieron las mejores zonas de la playa de Malibú en un “infierno” para los nuevos surfistas: insultos, caídas provocadas, …, era la guerra por la defensa de un patrimonio que se consideraba propio.