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El particular lunes “negro” de la industria del surf

Siempre se cita a Hobie Alter y Gordon Clark como los responsables de la popularización del foam (espuma de poliuretano) en la fabricación de tablas. Sin embargo desde finales de los años 40 se llevaba experimentado con este material. Dave Sweet, en 1953, dio el primer paso para conseguir un material apto para la producción en masa de tablas de surf. Pero no fue hasta unos cuantos años más tarde cuando Alter y Clark lograron la fórmula que finalmente lograría el éxito industrial y comercial. Desde 1958, cuando Hobie Surfboards cambió su stock de tablas de balsa por tablas de espuma de poliuretano, la fórmula foam + fibra de vidrio + resina se convirtió en la receta más popular en la producción de tablas de surf hasta hoy.

El foam es el resultado de la mezcla de varios productos químicos, entre ellos el poliol, el isocianato y el freón, que mezclados se transforman en espuma de poliuretano de color blanco. Esta espuma, una vez endurecida, permite conseguir bloques lo suficientemente densos como para que se les pueda dar forma sin que se rompan. En la fabricación del foam se emplea un molde o matriz de contención, en el que los productos que forman el foam se mezclan junto con un catalizador. Cuando la mezcla reacciona se produce la expansión y solidificación del material, que es contenida en el interior del molde.

En 1961 Clark compró la participación de su socio Alter y fundó Clark Foam en Laguna Niguel, California. Al final de la década Clark Foam acaparaba la mayor parte del mercado mundial, llegando a producir el 90% de los foams vendidos en Estados Unidos, y el 60% de los vendidos en todo el mundo. Clark Foam llegó a producir cerca de 300.000 foams al año durante los primeros años del siglo XXI, a un ritmo de 1.000 unidades al día, que se distribuían a través de sus almacenes en Florida, Hawaii, Inglaterra y Francia. Fue tal la relevancia de Clark en la industria del surf, que la revista Surfer lo llegó a considerar como el segundo hombre más poderoso de la industria del surf, solo por detrás de Bob McKnight, CEO de Quiksilver.

La situación de cuasi-monopolio de Clark Foam se mantuvo hasta el año 2005, concretamente hasta el 5 de diciembre de ese año, cuando, y sin previo aviso, Clark Foam paró su producción.

La industria recibió la noticia a través de un fax de siete páginas en el que Clark exponía las causas que le habían llevado a aquella decisión tan extrema y radical. Entre las se aducían se incluían temores a demandas de los empleados, multas gubernamentales y la dificultad de adaptar su maquinaria, la mayoría de ella auto-diseñada, a los estándares de seguridad.

A las pocas horas de conocerse la noticia se hizo el caos. La situación de pánico en la industria se vio incluso avivada al conocerse que Clark había dado la orden de destruir todos los moldes de los que disponía. No sólo el cierre de Clark Foam, desde su posición de cuasi-monopolio, suponía la amenaza de un desabastecimiento a la industria de fabricación de tablas. La desaparición de los moldes significaba que esa situación se iba a prolongar durante un tiempo que nadie sabía adivinar. En el momento del cierre, Clark Foam trabajaba con unos 70 tipos de moldes diferentes, desde 5’9’’ a 12’8’’ pies de longitud, con siete densidades distintas, y con opciones de diferentes tipos de madera para el alma. Algunos de los moldes habían sido diseñados por algunos de los mejores shapers del mundo, como Rusty Preisendorfer, Dale Velzy, Pat Rawson, o Dick Brewer.

Moldes destruidos. Foto: Mark Stavron.

Las talleres de tablas se hicieron con todos los foams que estaban disponibles en los almacenes de distribución. En 24 horas el precio de las tablas se duplicó, y en algunas tiendas se comenzó a “racionar” la venta de tablas a los clientes: durante varias semanas un mismo cliente no pudo comprar más de una tabla. Los foams comenzaron a revenderse a precios cada vez más altos, llegándose a pagar por un foam Clark, para un longboard, más de 1.000 dólares en una subasta, cuando su precio normal era de unos 100 dólares.

A las pocos días de la noticia, la revista Surfer llegaba a los quioscos con el título “Esto lo cambia todo” y una portada, en la que sobre un fondo negro, aparecían dos foams de Clark. En el interior se calificaba lo ocurrido como “la bomba H de la industria del surf”.

Un año más tarde, la revista The New Yorker publicaba un artículo, escrito por William Finnegan, titulado “The Blank Monday”, en un juego de palabras que asimilaba lo acontecido al “lunes negro” (The Black Monday) en el que se produjo el crack de la bolsa de Nueva York de 1929. En el artículo se contaba como, tras una visita a China, Clark llegó a la conclusión de que la invasión de foams fabricados en el gigante asiático iba a ser inminente, y que ello supondría el fin de su empresa.

Sin embargo, y a pesar del pánico inicial, el cierre de Clark Foam no vino acompañado de grandes cambios en la industria. La espuma de poliuretano continua siendo el material más habitual en la fabricación del foam, a pesar de que la industria ha empezado a experimentar con materiales alternativos que resuelvan uno de los mayores problemas medioambientales asociados a la industria del surf. Porque la fabricación y uso de la espuma de poliuretano, además de ser un proceso de gran toxicidad, produce un material no reciclable ni biodegradable, insostenible e incompatible con los valores y creencias de muchos de sus practicantes.

Entre los diferentes proyectos se encuentra la vuelta a las tablas de madera o el desarrollo de nuevos materiales como el TXFOAM, un proyecto orientado al desarrollo y producción de un nuevo foam ecológico y reciclable. Impulsado por la Asociación de Industrias de las Tecnologías Electrónicas y de la Información del País Vasco y la Ecole Supérieure des Technologies Industrielles Avancées, el objetivo principal de este proyecto es conseguir un material medioambientalmente competitivo que proporcione similares propiedades en términos mecánicos y de coste que el foam de PU que se utiliza actualmente.

  2005  /  Historia  /  Última actualización: noviembre 5, 2017 por Océano Surf Museo  / 

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